“En primer término se estudiarán las Asanas, ya que constituyen la primera etapa del Hatha Yoga. Las Asanas nos proporcionan firmeza, nos liberan de las enfermedades y dan flexibilidad a nuestros miembros”
Artículo de Ramiro A.Calle – Maestro de Yoga
La dificultad está en parar. Hay tanta zozobra, nerviosismo, ansiedad, afán por hacer aunque nada se haga, movimientos automáticos y compulsivos, inquietud, que incluso hasta haciendo meditación o yoga no se puede parar y hay que seguir alimentando el dinamismo. Por eso han surgido formas de “yoga” que boicotean la “detención consciente”, cuando ésta es tan necesaria para encontrar en uno mismo la mente concentrada y sosegada, ese estado de quietud absoluta donde se revela el Ser. Estar siempre hiperactivo y externalizado es lo fácil, moviéndose como un mono que salta de rama en rama.
Es el signo de nuestra sociedad y Jung ya avisó hace décadas de los peligros del exceso de externalización. No parar de moverse, de hablar, de pensar, de manipular, de enredar, de añadir complicaciones a las complicaciones, de extraviarse en movimientos automáticos del cuerpo y de la mente, perdiendo mucha energía, alienándose y jugando al escondite con uno mismo; pero como me dijo Yogui Haribar Baba cuando le entrevisté en Khatmandú en l972: “El secreto está en parar”, es decir, en dejar unos minutos por lo menos de centrifugarse y poder así centripetarse. No se trata solo de estar en lo otro, sino de estar en sí mismo. Hasta un caballo de carreras se destripa si no para.Los antiguos yoguis lo supieron muy bien. Por la inmovilidad del cuerpo se llega a la inmovilidad de la mente. Hay un gran poder en el asana (postura de yoga) estático. A través del mismo se consigue:
- Aquietar la mente e interiorizarse
- Combatir la mecanicidad y hacerse más consciente
- Favorecer la unidad psicosomática
- Convertir el cuerpo en una herramienta para conquistar la mente y aquietarla
- Pronunciar el masaje a los órganos, vísceras, glándulas y plexos nerviosos
- Familiarizarse mejor con la corporeidad
- Mantener el estiramiento muscular e intensificarlo, vigorizando así el músculo y dotándole de flexibilidad
- Escuchar la sabiduría del cuerpo
- Ser más preciso en la posición y evitar lesiones.
Paulatinamente se puede ir alargando el tiempo de mantenimiento en la postura. Toda postura tiene tres fases: hacer, mantener y deshacer. Hay posturas que pueden llegar a mantenerse más de tres minutos. Se hacen y deshacen con consciencia y lentitud, evitando siempre cualquier esfuerzo excesivo. La atención al cuerpo es primordial y es mejor hacer una respiración uniforme. El cuerpo se convierte en un laboratorio viviente en el que trabajar para armonizar sus funciones y energías y lograr una consciencia más alerta y unificada. Por supuesto, también se pueden realizar series o secuencias, encadenando los asanas, pero siempre manteniéndolos”.
Fuente: Ramiro A.Calle – Maestro de Yoga
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